martes, 28 de junio de 2011

Dentro de los hogares

Ya es tarde. Otro día pasan a mi lado
cientos o miles de hombres y mujeres,
con su mirar cansado muchos de ellos; otros no,
otros dejan brillar una sonrisa de satisfacción
porque llega el descanso.
Unos van solos, quizá caminan tristes,
su ropa lleva dentro el olor del trabajo, el color de la pena.
Algunos se sonríen como si recordaran
o como si rumiaran los versos de cierta canción.
Hay grupos también, de dos, de tres que charlan,
se proponen quedar o terminar el día a sorbos de cerveza.
Y cuando ya no queda nadie por la calle,
me pregunto hoy también qué guardan los hogares.
Detrás de la puerta, descansando ya, todos aquellos
hombres, todas estas mujeres que he visto pasar,
comienzan otra vida, otra naturaleza.

¿Qué hay tras tantas puertas? ¿Qué guardan
las casas? ¿Cómo es la vida ahí dentro?
Dentro de cada casa, la vida se sincera, se hace de verdad.
Ahí no valen máscaras, no se oyen eufemismos,
ni "lo siento mucho", ni "¿podría...?", ni "si es usted tan amable".
Dentro de cada casa el sufrimiento es solo sufrimiento,
el amor es amor y el odio es odio dentro de una casa.
El tedio pinta las paredes o la ilusión da gusto a la comida.

Mañana por la calle veré otra vez a cientos
o miles de mujeres, de hombres. Y todos serán míos,
y ocuparán mi corazón. Pero luego, en sus casas,
serán aún más míos y poblarán mi sueño.