sábado, 8 de enero de 2011

Corazón de piedra

¿Qué más necesito para darme cuenta? Todo está diáfano, nada puede ya ocultar el resultado final de todo esto. Y sin embargo, espero. Como he esperado siempre, pensando que cada día, cada año, estaba en mitad de un largo camino. Pensando como he pensado siempre que más adelante llegará aquello que estoy esperando.
Nada debo esperar, sino esto que tengo delante. No seré más rico ni soy ahora más pobre que en ningún momento de mi vida. La riqueza se lleva dentro y no se ve.
(Solo las estatuas de las ciudades miran con ojos estúpidos un mundo que no es el suyo y se preguntan qué hacen allí, por qué las obligan a contemplar un día y otro lo que no quieren ver, la sucesión de tipos que no entienden. Esas estatuas, seres con y sin vida que viven pero muertos ya, ya no esperan. Saben que no habrá nada distinto ni mejor para ellas.)
Extraño mecanismo de engaño este que nos hace pensar que el futuro es lo que importa, despreciando el presente.
Hoy es cuando quiero vivir, no mañana. Y para eso debo conformarme con lo que tengo, no debo esperar más, creyendo vanamente que sólo podré vivir del todo cuando lo tenga todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario